miércoles, marzo 28

Sueño 3


Estábamos en guerra, peleábamos contra no se quienes, con armas muy antiguas. Teníamos cierto aspecto como de milicianos de la guerra civil española. Peleábamos contra los norteamericanos o contra los adultos, no sé bien. En una casona vieja corríamos de habitación en habitación. En una de ellas estaba la pólvora, y nos encontrábamos allí preparando granadas y balas cuando irrumpieron por una puerta los enemigos, los adultos. Nos apuntamos mutuamente. Ellos comenzaron a retroceder sin dejar de apuntar, nosotros los superábamos en número pero nadie dispararía, como en un pacto.

Después, en una de esas habitaciones por las que pasábamos había un grupo de mujeres, algunos niños. Nos detuvimos allí y elegimos a nuestras esposas, con una naturalidad que comprobaba antecedencia en las relaciones, o simple naturalidad nomás. Yo me abracé a una morocha de cara plácida, bonita, con largas trenzas y sonrisa perpetua. Ella abrió los brazos sin levantarse de su silla, como si siempre hubiese estado cerca, esperándome. Después debíamos continuar con la batalla. Pero después ya no había batalla y todo había cambiado, como si aquello fuese pasado, ahora el presente se mostraba de colores, de brillos, de contrastes. Cientos de chicos se lanzaban de cabeza en una gran piscina que tenía una enorme ola propia, y como animales marinos, nadaban con sutiles movimientos por el fondo hasta salir a flote. Yo cuidaba a mi hijo, un niño morochito, parecido a aquella mujer de los tiempos de guerra. Él tenía unos 3 años, salía rápido de la pileta para hacer la fila y volver a entrar. Yo lo sujetaba de la mano. En una curva de la plataforma de metal le advierto sobre un espacio vacío entre la baranda y el piso.

-. ¡Cuidado con el pozo! .-

El no hace caso o no lo ve y se cae por el espacio vacío. Queda colgando de mi brazo, otros padres con otros niños hacen el movimiento para ayudar, el gesto de oooohhh… pero yo siento la fuerza de poder sostenerlo sin esfuerzo con un solo brazo, simplemente lo levanto con mi brazo, lo alzo a upa.

-. ¿Qué te dije que había ahí? .-

Avergonzado contesta mirando el piso.

-. Un pozo .-

-. ¿Y dónde te caíste? .-

Después trato de animarlo sintiendo que tal vez fui duro con él. Lo levanto por sobre mi cabeza, mirándolo a los ojos.

-. El efecto Godoy Cruz, el efecto Godoy Cruz .-

Le repito esto en un tono de voz burlón, como si fuera un chiste que solo nosotros conociéramos, pero él no se anima, sigue con sus ojos negros y grandes llenos de agua.

Después me habla como para romper el hielo y hacerme reír.

-. Pá ¿Sabés a quien vi? .-

-. No ¿A quién? .-

-. Al Tano Buljubasich .-

Yo me río, el Tano Buljubasich es un arquero que tenía Central, y no le decían Tano sino Tati, y es un nombre difícil de recordar para un niño tan chiquito.

-. ¡¿Al Tano Buljubasich?! .-

-. Sí, tá hecho mierda .-

Yo vuelvo a reírme, no es una expresión típica de un niño, trato de explicar, pero me llama mucho la atención sus palabras, su forma de decirlas, es gracioso.

-. Y bueno, jeje… está viejo . -


Después la dulce Vero reta a su perrita Otoño.

-. ¡Basta Otoño, basta! .-

Me despierto. Escucho el ruido de las ruedas de una silla correr por el pasillo. Está oscuro y son las diez de la mañana. En Córdoba, famosa por su clima seco, hace seis días que llueve sin parar.




Música: Scarlatti – Sonatas para piano.

lunes, marzo 26

Tengo tanto Odio para dar


Fue un vecino quien les avisó y todos salieron corriendo. Era sabido que la pequeña Mara tenía adoración por los animales y la desobediencia. El viejo del taller había sido asaltado un par de veces, y en la última golpearon a su mujer, que estuvo al borde de la muerte. El Viejo del taller trajo el perro un domingo de lluvia con la sonrisa absurda y un bozal. El perro era negro, enorme, y estaba siempre atado. Veía pasar a los perros libres y ladraba, veía pasar a los niños jugando y ladraba, veía pasar a los gatos y ladraba, odiaba a los pájaros, a las moscas, a los carros con caballos, a las motos. Odiaba su correa. Odiaba. Mara se detenía siempre cuando iba a la escuela frente al taller y miraba al perro, que le ladraba furiosamente aunque ella solo escuchara sus ojos, como dos abismos negros de soledad y pena. Ese día Mara saltó el portón prohibido, y caminó hasta el perro feroz, se quedó parada al frente de su boca de dientes y saliva rabiosa, que se abría y se cerraba. El viejo y su mujer, los vecinos, todos los niños del barrio y sus padres, gritaban desesperados que no se acerque, te va a morder, no Marita, vení para acá, hay por dios que alguien haga algo…

Mara daba pasitos cortitos y miraba al perro con sus enormes ojos enamorados.


¿Por qué intentás acercarte a mí? sólo recibirás mi odio.


Mara estiró su manito y el perro dejó de ladrar. Clavó sus dientes entre la carne y los huesitos de una mano que hasta ahora solo había sido dada a su madre para que la guiara, al piso para que la atajara al caer, al mar para que le mojara el alma y a su otra mano, para que juntas intentaran tapar cada noche, el vacío de vivir.


No importa.


El grito de la madre superó todos los gritos y entonces Don Juan agarró la pala y el almacenero otro palo. Las lagrimas llenaron los ojos de Mara y del perro al mismo tiempo, y rebalsados se vertieron al mismo tiempo. Al perro se le aflojaron los molares al primer golpe, los músculos de la boca al segundo golpe, la rabia desapareció como la espuma y alguien los separó de un tirón que todavía duele. El viejo del taller se fue, y sobre el cartel de cuidado con el perro puso uno de se vende, pero no se vende, los yuyos crecieron y la casa se encogió, la entrada del taller quedó cubierta, la gente se cruza de vereda, nadie pasa por ahí, duele en la mano pasar por ahí.

Mara lloró durante días y los demás creían que era por el susto. Mara quedó con la rabia adentro pero los demás dicen que no, que los médicos dijeron que no, y todos le creen a los médicos. El perro todo apaleado fue tirado en un basurero y tardó días en morir, a veces cuando el viento sopla del este parece escucharse su lamento.


Dicen que el perro no tenía nombre y a Mara con cada llanto se le va borrando el suyo.






Música: Mozart - Piano Sonata No 11 in A Major K331 - I Andante Grazioso.

sábado, marzo 24

Más que mil valientes


Imposible pretender fidelidad de alguien que no es fiel a sí mismo. Aquel que se traiciona a sí mismo, traicionará a todos a su alrededor, inevitablemente. Sin embargo, no es digno de pena, de lástima, aquel que no sabe lo que quiere. Aquellos que no saben lo que quieren son el único impedimento real para lograr lo que quieren, aquellos que sí lo saben. No hay venganza para la traición, tampoco hay cura. No se mata a un traidor, ya está muerto quien traiciona. Es necesario saber que nuestros aliados, nuestras amadas, nuestros hermanos, no van a traicionarnos nunca. Es necesario saber que dan la vida por uno, aquellos por los que uno da la vida. Porque siempre es preferible un enemigo a quien permanece neutral.

Si no sos el río ayudame a cruzarlo.


Música: John Legend – Show Me.

viernes, marzo 9

El Nacimiento de Mara


Al nacer Mara lloró, como todos, pero no por lo mismo que todos. Había tristeza en su mirada, había frustración, arrepentimiento, no había palabras. El médico se lavaba las manos sin querer notar la expresión grave de sus enfermeras, todas restregándose las manos dentro de los bolsillos de los delantales.

-. Lo mira a usted doctor .-

Los ojitos de la criatura seguían los movimientos del médico que ordenaba su sala, inquieto, queriendo que esto termine, como todos. La bebé le buscaba los ojos, con una fijación y un movimiento que no suelen tener los recién nacidos. Afuera el día se ponía gris, azulado, sus padres estaban contentos pero el resto del hospital parecía disecado, sin aire, gente embalsamada espera en los pasillos. Un caballo pasa corriendo por la puerta de Urgencias; no hay más turnos para pediatría hasta Octubre; un perro ladra insistentemente frente a la sala de Oftalmología, un enfermero se resbala llevando un paciente, los dos quedan tirados en el piso; Doctor Costas se lo solicita en Traumatología, Doctor Costas se lo solicita en Traumatología; un niño le dibuja cuernos y barba al retrato de la enfermera que hace ssshhh con el dedo; silencio, hay mucho, y es ese tipo de silencio que lastima con un zumbido agudo los oídos; Mara lo quiebra con su llanto, el doctor asustado trata de no mirarla a los ojos y dice que es un bebé normal. Es normal repiten los familiares aliviados, están ansiosos por seguir con sus vidas, como si esto fuera posible.


Al nacer Mara lloró, pero no por lo que todos lloramos al nacer. No, lloró por lo mismo que llora ahora.




Música: Cinematic Orchestra – Everyday.

miércoles, marzo 7

Linda Gente!

Fragmentos de la Carta de la Rica Villa de Veracruz


por Hernán Cortés.


A 10 de Julio de 1519


… “Esta gran ciudad de Temixtitan tiene cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano… es tan grande la ciudad como Sevilla o Córdoba. Son las calles della, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas destas y todas las demás son la mitad de tierra, y por la otra mitad es agua, por la cual andan en sus canoas, y todas las calles a trecho están abiertas por do atraviesa el agua de las unas a las otras…

…hay sus puentes de muy anchas y muy grandes vigas, juntas y recias y bien labradas; y tales, que por muchas dellas pueden pasar diez de caballo juntos a la par…

…Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías…

…así de mantenimiento como vituallas, joyas de oro y plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, de piedras, de huesos, de conchas, de caracoles y de plumas; véndese tal piedra labrada y por labrar, adobes, ladrillos, madera labrada y por labrar de diversas maneras. Hay calle de caza donde venden todos los linajes de aves que hay en la tierra, así como gallinas, perdices, codornices, lavancos, dorales, zarcetas, tórtolas, palomas, pajaritos en cañuela, papagayos, búharos, águilas, falcones, gavilanes…

…Venden conejos, liebres, venados y perros pequeños… …Hay calle de herbolarios, donde hay todas las raíces y yerbas medicinales… Hay casas como de boticarios, donde se venden las medicinas hechas…

…Hay casas como de barberos, donde lavan y rapan las cabezas. Hay casas donde dan de comer y beber por precio. Hay mucha leña, carbón, braseros de barro y esteras de muchas maneras para camas…

…Hay todas maneras de verduras. Hay frutas de muchas maneras, en que hay cerezas y ciruelas. Venden miel de abejas y cera, y miel de cañas de maíz, que son tan melozas y dulces como las de azúcar, y miel de unas plantas que llaman maguey, que es muy mejor que arrope; y destas plantas facen azúcar y vino, que así mismo venden…

…Hay a vender muchas maneras de filado de algodón de todos los colores, en sus madejitas, que parece seda de Granada, aunque esto es en mucha más cantidad. Venden colores para pintores cuantas se pueden hallar en España. Venden cueros de venado con pelo y sin él, teñidos, blancos y de diversos colores. Venden mucha loza, en gran manera muy buena, vasijas de tinajas grandes y pequeñas, jarros, ollas, ladrillos y otras infinitas maneras de vajillas…

…Venden pasteles de ave y empanadas de pescado fresco y salado, crudo y guisado. Venden huevos de gallinas y de ánsares y de todas otras aves……en los dichos mercados se venden cuantas cosas se hallan en toda la tierra, son tantas y de tantas calidades que por no me ocurrir tantas a la memoria, y aun por no saber poner los nombres, no las expreso”…*


Sin embargo, nada de toda esta maravilla narrada por el propio Hernán Cortés sirvió para evitar que los gallegos robaran, violaran, torturaran, esclavizaran y asesinaran brutalmente a todos los nativos, con el fin de llevarse riquezas en oro, plata y demás, que luego, por mala administración, deudas y falta de inteligencia, fueron repartiendo por toda Europa Occidental. Esas riquezas, actualmente, forman las reservas en oro de los Bancos Nacionales de cada uno de esos países, constituyendo la base de su economía. Gracias a esas reservas pueden cometer los peores errores, robos, malas administraciones, y nunca dejarán de emitir moneda, ni desvalorizarla, ni perder su venerable status de Primer Mundo… Linda gente!



*Exploradores y Conquistadores de Indias, Relatos Geográficos. Juan Dantin Cereceda. Madrid, MCMXXII




Música: Cordel Do Fogo Encantado – Aqui

jueves, marzo 1

El Alma Manca


a Mara Pérez


-. Dale Mariitaaaa! .-

Le dijo la madre en un grito mordido a la nena del cochecito. La nena, Mara, tenía un cochecito vacío, que insistía en llevar a todas partes. Se había detenido con decisión, las manitos firmes apretando el cochecito sin muñeco, los pies clavados en el límite. No iba a seguir, no por ahí. La madre levanta la cabeza, gesta su disgusto, mira fugazmente el cielo y se pasa las manos por la pregunta: -. ¿Para qué la tuve? .- Rápidamente aparta el pensamiento innoble como a una mosca. La ama, pero una cosa no tiene que ver con la otra. Algunas personas se detienen a observar, no puede estar tan cansada una madre de una nena de apenas dos años.

-. Marita, vení mi amor, se le hace tarde a mami… .-

No, no voy nada traduce el silencio que llena el aire entre la madre y la hija. En la vereda, las baldosas se cortan por una obra, un pozo tapado con tierra.

Antes de ponerle nombres a las cosas, vemos todas las cosas, después crecemos y dejamos de ver aquellas que no tienen nombres. Mara veía lo que no tenía nombre y no lo atravesaría, y que su madre no lo notara, le producía vergüenza, un dolor como de muela y una inmovilidad de ojos abiertos y blancos.

-. Vení Marita, si no venís va mamá y te busca, eh?… .-

Sí, te busca y te levanta del suelo como a lo que se tira, te lleva a lo del abuelo que se arruga de bondad y de costumbre y huele a irse.

Al frente del carrito el aire tiene otra temperatura, el camino se corta, las raíces del árbol arrancado todavía sangran y empapan de angustia a quien lo atraviesa. Los grandes no tenemos nombres para estas cosas, o las llamamos nada…

Mara mueve la cabeza de no. La madre irritada atraviesa la distancia de pasos y deja marcas del peso de su cuerpo tenso, toma a su hija de un brazo, la alza de un tirón, y le arranca una mano del alma. Mara grita, la manito cae al cochecito, fue un segundo y ya no hay vuelta atrás.

-. ¿Qué? ¡No te hice nada, no me mirés así! .-

Pero Mara siguió mirando así a su madre por mucho tiempo, con la cara tibia de la sangre del árbol cortado y cargando la mano de su alma en el cochecito.



Música: Citizen Cope - Let the Drummer Kick.

Yo subo

Un tal Fredy Kofman cita en su libro “Metamanagement” una investigación hecha con monos, no se sabe bien dónde, ni cuándo. Los pobres monitos fueron metidos en una jaula que en el centro tenía un tronco y en su cima unas tentadoras bananas. Lógicamente los simios se subieron rápidamente al tronco en busca de las bananas y ssshhhhuuuuuffff, los pérfidos científicos les tiraron un chorro de agua fría a presión. Los pobres animalitos se espantaron y desconcertados no volvieron a intentar subir al tronco por un prudencial período de tiempo. Pero cada vez que alguno de ellos osaba aventurarse por las bananas, otra vez el agua helada les caía en la cabeza y los arrojaba con fuerza al piso. Hasta ahí todo normal, los monos que no son idiotas no volvieron a intentar subir al tronco y como los científicos, que son sádicos, se aburrían, insertaron una variante. Sacaron uno de los monos y en su lugar pusieron uno nuevo y se quedaron expectantes, excitados, los muy perversos, viendo como el desavisado miraba los plátanos en la cima del tronco y pensaba: ¿Por qué nadie se come esas bananas? ma si, yo subo… saltaron de sus asientos los taimados investigadores cuando el grupo de monos se abalanzó sobre el nuevo integrante, propinándole una feroz paliza. El pobre monito se arrinconó sin entender que aquella golpiza era por su bien, lo estaban protegiendo, mientras los estudiosos anotaban frenéticamente conclusiones precipitadas. Luego intercambiaron otro nuevo mono y se repitió el mismo hecho, con la sorpresiva participación del anterior “nuevo” mono, en el castigo del recién ingresado. De esta manera fueron cambiando progresivamente a los primeros monos por nuevos monos con el mismo resultado, los monos nuevos intentaban alcanzar las bananas y los antiguos les hacían entender que eso “No se podía”, y lo sorprendente es que los nuevos monos se iban sumando a la costumbre hasta que ya no quedaron monos que hubieran sufrido en carne propia el escarmiento del agua por subir en busca de las bananas, pero ninguno subía. Todos daban de alguna manera por sentado que no había que subir a buscar las bananas, aunque no supiesen bien por qué…


mmm… ¿Te quedaste pensando? ¿Se te vinieron algunas analogías con respecto a nuestras religiones, nuestros sistemas políticos, sociales? Y sí, hace siglos que vivimos la misma repetida vida, todos iguales, sin saber bien por qué… porque siempre fue así, y por algo será…



“Por algo será” no alcanza, no debería alcanzar…



…ma sí, yo espero que se duerman todos y subo!




Música: Kanye West – Drive Slow.