miércoles, julio 30

Sibi, la Niña Pez



Sibi le decía su hermanita de dos años, tratando de imitar el Silvi con que la llamaban los demás a Silvana, como la falta de imaginación de sus padres la nombró. Y ya que las criaturitas de dos años aún no han aprendido nada, y por lo tanto no saben equivocarse, todos terminaron llamándola así, Sibi.
Al contrario de la mayoría de los niños a ella le encantaba el agua. En verano, su madre la sacaba de la Pelopincho, tiritando de frío, entrada la noche. En invierno, cuando el agua de la bañadera ya se había enfriado demasiado, su madre la envolvía en una toalla y la ponía al lado de la estufa. Cuando la sacaban del agua la Niña Pez hacía un escándalo.
Sibi aprendió a nadar antes que a caminar, todo el tiempo tenía sed y alergia a la tierra. Ganaba las competencias improvisadas de quien aguanta más tiempo la respiración abajo del agua, a los 6 minutos la sacaban sus hermanos preocupados.
Cuando floreció se puso tan hermosa por fuera como siempre lo fue por dentro, pero a nadie le importan mucho los adentros. Menos al que no es buceador de lo profundo, al que se queda en la orilla de las cosas, donde hace pie. Uno de esos hombres la vio y la quiso solo para él. Con habilidad y paciencia este buen hombre, que no tuvo que hacer gran cosa para ser bueno, tan solo seguir la corriente, logró casarla. Le prometió comida diaria, mucha agua y otras seguridades, y así puso a la Niña Pez dentro de una pecera, solo para él. Cuando Sibi comenzó a nadar en círculos, le llenó la pecera de adornitos, plantas de plástico, piedritas de colores, y un cosito que tira burbujitas.
Pero los peces son escurridizos, se sabe, se te escapan de las manos. Por eso el buen hombre le hizo hijos, niños peces, y así se aseguró de que ella nunca abandone los límites de su casa de cristal.

De todos modos algo nada dentro.
El llamado del mar es imposible de ignorar para un río, imaginen para un pez.
Entonces me mandan a mí, especie de ángel sin alas ni métodos, que no vuela ni deja de querer volar, para hacer no se sabe bien que. Y aunque el cartel pegado en la pecera pida expresamente "No golpear el vidrio", no se me ocurre que otra cosa hacer con la impotencia en la punta de mis dedos.

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Música: Apparat - Hailin From The Edge.

La Mujer del Alma Pegada al Cuerpo

Capitulo IV


No hace falta arrodillarse ni tener dios para agradecer, ni juntar las manos y mirar al cielo. No se agradece para que te den, ni se da para que te agradezcan. Se agradece para adentro y se actúa en consecuencia. Conciencia: lo que hagas en esta vida rebotará eternamente en los confines del universo.
Las manchas negras de rimel en las sábanas blancas, agradezco. Los invisibles que aparecen en lugares inverosímiles, agradezco. La receta de pizza que espera en el horno a que el amor termine, agradezco. Sus ojos mojados por el amor o los lentes de contacto, agradezco. Sus pechos que sentirán todo lo hombros que ella jure, pero son mucho más hermosos, agradezco. Aquel único fin de semana que pasamos juntos dos larguísimos días con sus larguísimas noches, agradezco. La felicidad de ella que causa la mía, agradezco. La paz con la que dormía, que no se correspondía con la guerra con la que vivía, la paz de mirarla dormir, agradezco. Cada una de las noches que pasé con ella a mi lado o no, pero con ella, agradezco. Los sueños de fin de semanas cabañas ríos mares vacaciones y hasta hijos, ver los sueños, vivirlos un poquito, agradezco. Las palabras retozar, bollo, escolopendra y torpeza, agradezco. Sus pasos apurados para verme llega tarde, agradezco. El papelito doblado en triángulos isósceles con alfiler de gancho, un dibujito y un te quiero, agradezco.
Yo le puse mi amor en la herida para curarla, para eso vine…si lo logré o no, el tiempo lo dirá, así como el tiempo dice las cosas, moviendo apenas las hojas de un árbol sin viento, vaciando de sonido y de gente una cuadra de la ciudad durante un segundo, dándole a todas las mujeres una pizca de ella, y no deteniéndose nunca, imponiendo el día tras día, inexorablemente, como si nada hubiese pasado.

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Música: Led Zeppelín – Thank You.

lunes, julio 28

La Mujer del Alma Pegada al Cuerpo

Capitulo III


-. Yo si que tengo el alma pegada al cuerpo, enseguida me enfermé, mirá como estoy .-
-. Todo congestionado che ¿Querés que te haga un té de limón con miel? .-
-. No, tampoco me voy a morir porque ella no sepa quererme… .-

Tampoco me voy a morir porque ella no sepa quererme. En todo caso se morirán los dedos de mis manos, que ya no podrán juntarse y apretar su cuello, cuando la ahorcaba sin matarla, amándola sin dolerla. Se morirán las manos de mis dedos, que ya no podrán posarse como lobos marinos en las orillas de su cuerpo. Se morirán los brazos de mis manos, los brazos de sus besos, los besos de su muerte, su muerte que la dejó viva, viva sin sentir, sin sentir no es vida, y… mis brazos ya no podrán alzar su cuerpo recién nacido de mi amor. Se morirá mi amor, en todo caso, mi cuerpo se pondrá frágil y enfermo, perderé peso, gravedad, sustancia, concentración, los autos quieren pisarme. Se morirán mis pies, de no caminar hasta ella, desde ella… entre sus pies… ella. Se morirá ella, en mí, en mi memoria escasa, rebelde, inventadora, se irán desdibujando las líneas de su cara, de su pelo sobre su cara, de sus ojos sobretodo, sus ojos. Se morirán sus ojos de mis ojos y mis ojos de sus ojos, y el reflejo de uno en el otro y que no haya otros que nosotros y ese mundo de dos, ese refugio, morirá en todo caso, yo no, yo creo que yo no, pero yo también moriré, muero, un poco… bastante.
Bastante morirá la parte de mí que más quería ser de ella, quedarse en ella, vivir dentro de ella, y bastante morirá mi boca que solo servirá para hablar, y mis dientes que masticarán solo carne muerta y mi lengua que solo servirá para empujar comida para adentro y mi adentro morirá bastante. Adentro: estómago de papel arroz; corazón de vikingo bobo; sangre de río, de Río de La Plata; cerebro de nada sirve; columna vertebral del desahuciado; relleno de amor para los huesos.
Y si muero, muero, tampoco es tan grave, de la muerte se renace, de la permanencia se… se…

…permanece.




Devendra Banhart - Pensando en ti

miércoles, julio 23

El Alma duele

El Alma duele en las nubes con formas y en la ropa que pende en los techos, y en la lluvia. En los ojos de los perros sin dueño y en el mar, en el mar el alma duele. Duele en los muelles y en los barcos abandonados y en los cangrejos muertos y en el último pelo del sol sobre la tierra. El alma duele en el brazo, en el brazo besado, en la gente que no, en las paredes sin pintar, en los niños sin risa, en el corazón que ama pero deja. Duele el viento golpeando en la ventana y el frío interno y el árbol cortado que nace de nuevo. El Alma duele, sentada mirando al amor que se retuerce en la jaula en que la mente lo encerró, porque así es mejor.

Duele el Alma, y lo que duele vive.






 Marisa Monte - De Mais Ninguém

La Mujer del Alma Pegada al Cuerpo

Capitulo II

“Aristóteles definió al ser humano como un ser racional. Pero no lo es, y qué bien que no lo sea. …el ser humano es irracional, y es a través de su irracionalidad que existe todo lo bello en el mundo. Por la razón, las matemáticas; por la no-razón, la poesía. Por la razón, la ciencia; el mercado, el dinero; por la no-razón, el amor, el canto, la danza.”
Osho.


La Teoría de las Dos Emilses



Emilse se llama, pero como a ella no le gusta su nombre y a mi no me gusta llamarla como los otros la llaman, le digo Ema a Emilse. Ema nombraba yo a la parte de ella que me gustaba y que hubiese querido que … porque ella tiene como dos partes muy diferenciadas, ella es de alguna manera dos: Una Emilse Racional y otra Irracional.

La Emilse Racional todo lo razona, es toda mente, pragmática, escéptica, lógica, matemática. Es por lo tanto fría, porque debe enfriarse para que las cosas que le suceden no la afecten. Es distante, porque debe estar lejos de las cosas que le suceden para que no la alteren. Es inalterable. Cuando me ve, seria, casi enojada me pregunta de que me estoy riendo.
-. No me estoy riendo, estoy sonriendo, sonrío porque te quiero y me alegra verte .-
Habíamos quedado en ir al cine porque ella quería ver Batman, y aunque yo preferiría ver Angela, de Luc Besson o la última de Gus Van Sant, acepté, porque ir al cine con la chica que uno ama tiene su encanto, es una salida con todas las letras, es una fiesta. Pero no lo parecía para Emilse, la racional, estaba enojada, con cara de hastío, y me pregunta a cual cine vamos:
-. …porque yo no quiero caminar, y vos siempre me hacés caminar.-
A mi me gusta caminar, en invierno el frío me da en la cara, me sale vaporcito de la boca cuando suspiro, me siento vivo. Con ella también es lindo, guarda sus manitos frías en mis bolsillos, apoya su cabeza en mi hombro. Pero a ella no le gusta caminar, entonces yo le digo que vamos al Patio Olmos, que aunque los cines ahí parecen locales de Mc Donalds, están a tan solo tres cuadras. Si pero después tu casa no está a tres cuadras, dice ella, que hubiese querido tener un novio con auto, aunque no tuviese alma. Entonces yo le digo que tomamos un taxi, que para eso están los taxis, que para eso yo tengo tres trabajos, para tener plata y poder tomar un taxi, para que ella no camine y entonces por fin esté contenta. Porque ir al cine con la chica que uno ama debe ser una alegría y si la chica que uno ama también lo ama a uno, debería estar contenta de verlo, sonreír y no preguntar amargamente: -. ¿Y a que hora hay función? .- Hay función a la hora que vos quieras mi amor y sino yo me pongo una capa negra y hago de Batman y si el que te gusta es el Guasón, me pinto la cara y hago de Guasón, pero por favor no me mires así, pienso yo, pero esforzándome por ser amable le digo que no sé, que creo que hay una a las siete y media, que vamos y vemos y en todo caso esperamos tomando un café. Pero ella endurece más aún su cara de disgusto y me recrimina:
-. Podrías haberte fijado en Internet, no? .-
-. Pero bebé, estuve trabajando hasta recién .-
-. Yo también .-
-. Bueno, pero no hay problema, vamos a la esquina y vemos el horario en un diario .-
-. ¿¡Vamos a comprar un diario solo para ver a que hora dan la película!?¡Ves que sos ridículo! .-
-. No, no bebé, vamos al bar y nos fijamos… .-
-. ¿¡Vamos a tomar algo solo para ver en el diario del bar a que hora dan la película!? .-
Entro al bar, me acerco al mozo y le pregunto amablemente si puedo ver algo en el diario, me dice que sí. Me acerco al diario y me fijo. Ella viene y me pregunta si estaba viendo el horóscopo. Le digo que no, que estaba viendo el horario del cine.
-. A las siete y cuarto bebé, ¿Ves que era simple? Son las seis y media, tomamos un café hasta las siete y… .-
-. ¡No son las seis y media! .-
Me fijo la hora, son las seis y cuarenta, me corrijo.
-. Bueno, son las seis y cuarenta, mejor, hay que esperar menos, tomamos un café y vamos al cine .-
Sonrío, la tomo de un brazo, está dura, no se mueve. La miro, tiene un aspecto extraño, como de las personas que no tienen entusiasmo o están cansadas de vivir. Le pregunto que le pasa, dice que detesta que le pregunte que le pasa. Nos quedamos parados frente a una herboristería. Le pregunto entonces que quiere hacer, dice que nada. Me quedo perplejo. Pienso, basta, basta Pau, no? ¿Hasta cuando vas a aguantar esto? Pero la amo entonces insisto, le doy alternativas de ir a casa, en taxi claro, de acompañarla a su casa, no contesta. Me rindo, le digo que me rindo, me cansé, basta, le digo me cansé basta, le explico, no dice nada. Me cuesta enormemente pero le doy un beso en la mejilla y me voy… voy solo al cine, hay mucha gente en la fila y a mi no me gusta la mucha gente. Me gusta ella y me duele dejarla… me voy a casa, yo la amo porque ella muy pocas veces no es así, algunas veces es otra, es la Emilse Irracional.

La Emilse Irracional se acerca y siento que un animal desesperado y salvaje se acerca. Al principio me atemorizaba pero pronto sus besos mágicos me hacen levantar unos centímetros los pies del suelo y todas las cosas que me rodean van desapareciendo, inclusive las que rodean a la mente, y luego la mente misma. Los besos de la Emilse Irracional son irracionales, no da besos pensando que esos besos son el principio de otra cosa, no da besos creyendo que esos besos pueden tener final, no da besos pensando ni creyendo. No da besos, los besos la dan a ella, ella se da a través de su beso.
Además sus manos suelen subir por mi cuerpo como monitos a un árbol, y sus dedos acarician mi cuello, mi pelo, mi nunca, como las víboras acarician la tierra tibia, buscando el sol que a su vez las acaricie. Y además sus ojos se cierran y se cierra el mundo, se cierran los quehaceres, los mañana, la conciencia. Y cuando se abren, se abre otro mundo, justo aquel mundo hecho únicamente de la sensación inmensa e imperturbable del beso eterno, mágico, sagrado. Por como sus ojos me miran y sus besos me besan y me entrega su cuerpo la amo, pero ésta Emilse que amo es solo una ínfima parte de la Emilse total. La que gobierna la mayoría de sus días es la otra Emilse, la que me llama por teléfono y se queda callada, y luego dice: -. Ya vamos a hablar, cuando alguna vez me canse de guardarme lo que siento .- y luego vuelve a quedarse callada.

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Música: Devendra Banhart – In Niel.


martes, julio 1

La Mujer del Alma Pegada al Cuerpo

Capitulo I

a Ema

Caminaba a encontrarme con ella con la alegría del niño ilusionado con su primera idea de mujer, aquel ser intemperante, desconocido desde lo salvaje, frágil y hecho de lo que uno está deshecho, hecho para uno… y solo para uno.

Pero la alegría ordena mal los pensamientos, los mezcla, no sabe priorizar, se tropieza en el caos de recuerdos y sensaciones. La tristeza o la amargura son más mesuradas, lo que las causa es comprendido por todos los cuerpos del ser, identificado como enemigo, neutralizado en orden y forma, a veces.

Yo había pasado mis últimos años en una soledad casi absoluta, desoyendo hambres del hombre que soy e incluso del que no soy, con la premura del atrasado encuentro conmigo mismo que me daría la solvencia para enfrentar el mundo y mi destino, con la hidalguía y la actitud que deben caracterizar al hombre que sabe lo que quiere. Había pasado mis últimos años tratando de no pedir más por aquel amor muerto, porque lo muerto no vuelve a nacer, por lo menos con la misma forma. Había muerto un poco en cada pasado y ahora caminaba con la esperanza siempre intacta, la pureza de corazón imperiosa y boba, y también la urgencia, la urgencia.

Esperé en una esquina pensando en la mejor forma de esperar, haciendo equilibrio en el cordón de la vereda, espantando pensamientos moscas. Ella llegó justo en ese segundo, esa milésima de segundo, en que había dejado de esperarla distrayendo la mente en cualquier cosa, como llega todo lo que uno espera, si es que llega. No recuerdo nada de cómo estaba vestida o si tenía cartera o si sus manos estaban nerviosas o abandonadas. No recuerdo el sonido de su voz, ni si los autos dejaron de hacer ruido en la calle, o si hacía frío o calor, era de noche. Buscaba en mi memoria aturdida un bar cálido y delicado donde tomar un café y mostrarle lo maravilloso que soy, lo imprescindible que era… no había. No importa, entramos en cualquier bar, uno feo frente a la plaza Colón. Pedimos café que tampoco era bueno, no recuerdo lo que yo decía, recuerdo que hablaba mucho y que ella de repente dijo muy seria: -. Yo quiero que nos digamos siempre la verdad, que nunca nos mintamos ni dejemos de decir verdades importantes .- A mi me gustó y por eso lo recuerdo, más allá de que ella nunca lo haya cumplido, si bien decir “nunca” es exagerado aunque se sienta como un “nunca”. Me gustó porque fue apresurado, como fue apresurado nuestro primer beso y nuestro primer sexo. Yo, desesperado como soy, o devoro o soy devorado, no tengo la paciencia del animal agazapado, no planeo la estrategia perfecta, ya no, ya nunca tuve ni tengo tiempo. Porque se vivirá todas las veces que sea pero exactamente así, como uno es ahora, se sabe ya, está comprobado, solo una vez. Y a mi me gusta exactamente esta forma, esta vida, ahora ya.

Todo me apremia.

Por lo tanto, obnubilado, no vi las periferias que la conformaban y solo me dejé deslumbrar por la increíble proximidad que su alma tenía con su cuerpo.






Música: Nick Cave and Warren Ellis - Counting The Stars.