martes, marzo 24

¿Cómo estás?


A veces nos quedamos mudos de palabras y no podemos explicar como estamos, como nos sentimos, por lo menos no fehacientemente. Entonces decimos bien, como estás? Bien y vos? Bien… pero sabemos que eso no explica nada, es un saludo superficial, casi completamente inútil. A veces es más fácil no explicar o explicar de otra manera. Decir como estamos con películas o música por ejemplo, podríamos empezar a implementarlo. Yo lo sugiero.

Hoy estoy como película iraní, así silencioso y lento, así callado y contemplante, hoy el tiempo me pasa así por dentro, “El camello que Llora” o “Las Tortugas También Vuelan”. Hoy estoy Tom Yorke, Tom Yorke haciendo “Harrowdown Hill”, hoy me siento un “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos”, si pudiese yo administrar mis recuerdos, borrar algunos, elegir otros, ponerlos en orden de conveniencias. Definitivamente hoy estoy “Crash”, completamente “Crash” de Paul Haggis, hoy siento más que nunca cada uno de los “400 Golpes” de Truffaut… A mi me gustaría estar “The Village” de M. Night Shyamalan, me gustaría estar “Garden State”, o “Punch-Drunk Love” de Anderson, me gustaría estar Bob Marley, o al menos Heavy D en “Delilah”… pero no, hoy estoy “Seven Pounds”, y aunque “La Esperanza Vive en Mí”, no sé que hacer con el dolor ni como redimirme del daño que no supe evitarme. Nina Simone, cantando “After You've Gone”, Chueco Piazzolla haciendo llorar su bandoneón. No importa, va a pasar, mañana estaré de nuevo fuerte como un tren, estaré Golden Gate Quartet - Golden Gate Gospel Train, mañana seré suave y dulce como Mayra Andrade, como Lisandro Aristimuño, como Vanessa da Mata y Ben Harper en “Boa Sorte, Good Luck”… por ahora mi destino no es fabuloso como el de Amelie Poulain, ni heróico como el de Huo Yuan Jia, ni siquiera es “Sukida”. Me salva la música como a “Danny The Dog”, sobrevivo como un “Mongol”, porque lo que no te mata se parece mucho a la muerte, y “Who's Gonna Save My Soul”, Gnarls Barkley? No, solo yo, solo yo puedo salvar mi alma o a lo mejor, viceversa.






Gnarls Barkley - Who's Gonna Save My Soul

martes, marzo 17

Mujeres Muertas

A Romina M.


Ante una sociedad enferma de violencia y desamor, insistir con la igualdad entre el hombre y la mujer es absurdo. Hombres y mujeres no solo no son iguales, son innegable y evidentemente diferentes. Toda tentativa por igualarlos, aún desde el pantanoso terreno de los derechos y obligaciones sociales fue, es y será, absoluta hipocresía.

La mujer no es débil intelectualmente, pero siempre lo fue y lo será físicamente.
Un hombre medio que nunca hizo ejercicio ni trabajo físico, tiene naturalmente tres veces más fuerza que una mujer que dobla su altura y peso. Por lo tanto una mujer está incontestablemente en inferioridad de fuerzas ante cualquier hombre. Si la mujer pretende igualar la fuerza física de un hombre, o se atrofia en un gimnasio o practica artes marciales, y aún así seguiría en desigualdad ante un hombre que llevase a cabo el mismo proceso. Por lo tanto, socialmente, tanto mujeres como hombres debemos aceptar esta diferencia y actuar en consecuencia.
Si tomamos real conciencia de que la mujer es frágil y está en inferioridad de condiciones ante la fuerza física del hombre, entonces no nos debería llevar demasiado tiempo darnos cuenta que los hombres debemos proteger a las mujeres. Padres a sus hijas, hermanos a sus hermanas, amigos a sus amigas y obviamente, maridos, novios o parejas a sus esposas, novias o compañeras. Una mujer violada es una mujer que un hombre no supo cuidar, ya sea el padre, el hermano, el primo o el vecino. Debemos hacernos cargo los hombres del cuidado de las mujeres, sean de nuestra familia o no.
Estamos cansados de ver en los noticieros la siguiente noticia: Hombre mata a su mujer y se suicida (o no). Cuando se profundiza la noticia está siempre existente el camino repetido hasta ese crimen, cargado de violencia, de inútiles denuncias policiales, de amenazas que anuncian el trágico final. ¿Por qué nunca escuchamos noticias del tipo: hombre es hospitalizado tras feroz golpiza, se presume que los familiares de su compañera serían los autores de la paliza, aparentemente por reiterados actos de violencia del agredido hacia su mujer?
¿Quién demonios inventó que la familia es un núcleo cerrado dónde nadie, salvo los miembros de esa familia, puede tener acceso?
Si existe un padre o esposo golpeador, los parientes o vecinos, no solo tienen la obligación moral de llamar a las autoridades y denunciar el hecho, tienen el deber civil de intervenir y detener esa violencia inmediatamente.
Una mujer que es golpeada por su pareja más de una vez, está aceptando, ella y todo su entorno familiar, que la violencia de su compañero es natural. La agresividad del hombre es natural, nunca la violencia, y mucho menos contra sus seres queridos.
Los hombres debemos proteger a todas las mujeres que podamos, y las mujeres deben dejarse proteger, deben dejar del lado el falso orgullo del “Yo me cuido sola”, aceptar su fortaleza y su debilidad. Los hombres somos débiles moralmente, las mujeres físicamente. Los hombres morales debemos cuidar a las mujeres del peligro que representan los hombres inmorales. Las mujeres deben aceptar esa protección y además, de ser necesario, solicitarla, incluso exigirla.

Solo así detendremos la violencia familiar. Solo así dejaremos de tomar como normal que en una sociedad, creada supuestamente con el fin de que sus miembros vivan más cómodos y seguros, sigan cayendo mujeres víctimas de la inmoralidad de los hombres y la total desprotección policial, judicial y política de esa sociedad donde teóricamente vivirían mejor.

No hay que creer en la justicia, hay que llevarla a cabo.



Pablo Candi
Martes, 17 de Marzo de 2009.





1° de enero. José Alberto Pérez (40) asesinó a puñaladas a su mujer, Nora Díaz (34), en barrio Centro América.

11 de enero. El médico Roberto Martínez apuñaló a su esposa Silvia Costamagna, en Alta Gracia.

25 de febrero. En San Francisco del Chañar, Víctor Herrera (33) se suicidó después de matar a su pareja María Bustamante (23).

6 de marzo. En la villa El Tropezón, Darío Gabriel Furlán (26) ultimó a su novia Marisa Romina Macaluso Murúa (20) y se suicidó.

8 de marzo. Gerónimo Ludueña (34) mató a Claudia Pereyra (30) de dos puñaladas en el abdomen y luego se suicidó.

14 de marzo. En el marco de una pelea conyugal, Aldana Ramírez mata de una puñalada a su hijo Davie, de 10 años.

16 de marzo. Mirta Alejandra Arias es muerta a golpes, supuestamente por su ex pareja en un descampado de barrio Sachi. Continúa la búsqueda de su hija de 5 años.

viernes, marzo 13

El Beso en el brazo

Capitulo 1

Atrás

¿Por qué uno espera lo que sabe no va a venir? Esa tozudez de la esperanza es tan estúpida y sin embargo nos mantiene vivos. Seguimos porque tal vez, solo tal vez… cuando descanses de esperar, aparezca. Su cara grave y distante, atrás su cuerpo cansado y triste, más atrás su pasado agrio y… aún así su belleza, primera, desganada, ojos desatentos que parecen solo ver el ruido de sus pensamientos, sonrisa mínima, gesto de labios parpadeando como alas de ángel caído, su caída, su corazón por el piso y el dolor y la tibieza de su cuerpo casa, su cuerpo refugio, silencio.
La encontraría si la buscase pero odiaría descubrirme esperando en una galería, una parada de colectivo, una calle de barrio. Siempre me limpié de obsesiones y vigilancias, nunca quise perseguir ni abandonarme a la desconfianza y la sospecha, ese fue y será terreno de los débiles, de los cobardes, de los traidores. Yo voy con mi verdad al frente, como dice mi padre, o al menos lo intento.
Simplemente podría sentarme en la plaza de un solo árbol, aquella que bauticé nuestra, después de lograr derretir el témpano furioso al que me condenó, por no saber correr la cara a tiempo, alejar con las manos éstas que solo saben acercar, esa pequeña traición calmada, nunca perdonada. Pero muy probablemente ella ya no camine hasta esa parada frente a la plaza, ya no espere en la fila con la mirada de niña perdida y el cuerpo lleno de espinas, no se me acerquen.
Podría a cierta hora pararme a observar la vidriera de la librería, alternando entre las tapas de los libros y la gente que sale de la puerta del edificio donde trabaja. Pero ella debe haberse cansado de ese empleo también, debe haberse cansado de la gente, de Emilia, de los gordos y acalorados programadores, de no ser reconocida o de serlo solo cuando usa escote. Ella se cansa fácilmente de los otros, del reflejo de si misma en los otros, ella abandona, se abandona.
Pasará horas en su cama abrazando almohadones, recuerdos, a su perro u a otro hombre como su perro. Lloverá sobre su ventana y se escucharán los movimientos de su abuela en el cuarto de al lado, sus padres en la parte de abajo de la casa, las gotas caerán sobre el agua sucia de la pileta, sobre los techos de las casas del barrio por donde podría caminar yo, como quien busca otra cosa, caminar nomás que es una forma de esperar desesperada.
Pero no, aún si la encontrase ella se sentiría acechada y aunque en su íntima conciencia me haya pedido y aún me pida, solo me recibiría su rencor, su desprecio, sus armas, mortales para mí.
Prefiero llamarla en silencio las pocas veces que camino por el atormentado centro de la ciudad, buscándola en cada mujer y en algunos espacios vacíos. Prefiero llamarla en voz baja, las muchas noches en las que me dejo caer en la cama y mi mano derecha busca apoyarse en su cadera para al fin cerrar los ojos demasiado abiertos y entregarse al olvido del demasiado recuerdo.
¿Te acordás Ema, mi mano en tu cadera? Yo apretaba levemente con mis dedos y repetía: -. Me gusta este hueso .- y vos me dejabas morder la ternura de mi gusto por una parte tuya que no era la que a todos, y dejabas los ojos cerrados, el alma… el piano de Red Garland tocando “All Alone” y esa sensación triste y suave de última noche que tenía cada noche. Me dormiría al fin frágilmente para sobresaltarme con las primeras luces de la mañana, en la que te levantarías desgarradoramente, te vestirías despiadadamente rápido, y te despedirías sin amor, como se despiden los que se van para siempre. Y yo me quedaría concienzudamente despierto, ausente, pensando si volvería a ver tu cara grave y distante, atrás tu cuerpo cansado y triste, más atrás…