miércoles, agosto 5

La Muerte, ese final

Y un día, desavisado, me topo con la muerte del ser más vivito y coleando que había a mi alrededor. Aquel gatito que rescaté del hambre y el frío y que con su mirada dulce y sus saltitos alegres me arrancaba sonrisas en medio del pensamiento siempre en guerra entre lo que quiero hacer y lo que tengo que hacer. Ese animalito que me despertaba a la mañana, se dormía en mis brazos, me esperaba a la noche, ese que salvé de la muerte, muere. Su cuerpo aparece ya sin él, todo blando y abandonado y me deja un agujero más grande que el ozono. No sé que le pasó, quien lo mató, cómo, por qué, no creo que tenga mayor importancia, no entiendo la muerte.


No entiendo la muerte.


Buscando una respuesta abrí el libro de Barthes que me regaló Eva en una página cualquiera. Decía justamente: Sin Respuesta. “La Muerte es sobre todo esto: Todo lo que ha sido visto, habrá sido visto para nada. Duelo de lo que hemos percibido.”


El final de una vida, de un amor, hace tambalear la razón de su comienzo.