miércoles, marzo 23

La Inmigración del Facilismo


La inmigración no es un tema tan complejo, básicamente se puede dividir en dos grandes grupos: La Inmigración del Desesperado, ese que emigra porque se está muriendo de hambre, literalmente. Ese que ha perdido hijos, parientes cercanos, los ha visto morir en sus brazos, con los estómagos hinchados, piel y huesos, morir de sed, de una infección simple, de cualquier cosa. Ese que viene de países que son metidos en la gran bolsa del Tercer Mundo, pero podrían ser considerados del cuarto, quinto, ultimo mundo, ningún mundo. Ese que lleva generaciones de malformaciones debido a una nutrición deficiente, y por lo tanto ni siquiera tiene capacidad mental para buscar otra salida que no sea la de irse, arriesgando la vida que ya poco vale, cruzando de cualquier manera mares y fronteras, para llegar a algún lugar donde haya comida, trabajo, cualquier trabajo. Con suerte, mucha suerte, podrá sobrevivir y hasta mandar algún dinero para los que quedaron atrás.


Después está la otra inmigración, La inmigración del Facilismo. Esa que llevan a cabo ciertos sectores de la clase media de países que si bien son metidos en la gran bolsa del Tercer Mundo, bien podrían ser considerados de Segundo Mundo. Países con agua corriente, potable, con campos sembrables, con recursos. Países con historia de luchas, de los trabajadores para conquistar derechos de los que ahora gozan todos, de estudiantes y docentes por una educación laica, gratuita y de calidad, mantenida por todo el pueblo, en la que se formaron esas clases medias que emigran. Emigran porque pretenden más, ganar más dinero, trabajar de lo que les gusta, conseguir bienes materiales, casa, auto, vacaciones en Cancún, esas cosas… Ellos tienen todas las facilidades por las que otros lucharon, dieron sus vidas, tienen todas las capacidades para cambiar cualquier cosa que nos les guste de su país. Pero prefieren no hacer el sacrificio, es mucho más fácil ir donde las cosas están mejor, no importa a costo de qué o quienes están mejor. Emigran a países del llamado Primer Mundo, cuya bonanza económica está basada, en su gran mayoría, en  las reservas en oro de sus bancos centrales, que les permite emitir moneda para cubrir sus déficits. Ese oro es el mismo oro que fue robado a sangre y fuego de aquellos países de donde provienen los inmigrantes, del primer y segundo grupo. La diferencia es que el primer grupo ignora esto, ignora casi cualquier cosa, en cambio el segundo lo sabe, pero prefiere ignorarlo.

Luego existe una política hipócrita de conciencia tranquila. El inmigrante facilista no se hace cargo de los problemas, los errores, y los defectos de idiosincrasia de su país de origen, sin embargo festejan sus triunfos deportivos, artísticos, y se ponen nostálgicos. Y aunque vivan años y años en el país al que eligieron emigrar, tampoco se hacen cargo de los accionares criminales con los cuales los gobiernos de esos países mantienen el status de bienestar del cual ellos gozan. Más claro: Los países del Primer Mundo mantienen sus status de bienestar básicamente de dos maneras: Presionando a los gobiernos y los pueblos del Tercer Mundo, con políticas de ajuste, endeudamiento, exigiendo libre mercado pero aplicando un proteccionismo descarado, comprando políticos y empresarios, extorsionando, sobornando, amenazando. O, en caso de que estos métodos no funcionen,  actúando por la fuerza, invadiendo, bombardeando, masacrando poblaciones civiles, robándoles descaradamente sus recursos naturales, y sometiéndolos a gobiernos títeres que cuidan sus intereses, una especie de esclavitud moderna. Bueno, no tan moderna, es básicamente la misma manera de operar del Imperio Romano o cualquier otro imperio. De ahí la palabra imperialismo, gastadita de tan vigente.
Los inmigrantes del facilismo no se hacen cargo de estas atrocidades, ellos solo viven ahí. Se defienden alegando que no eligieron a los gobernantes de los países en los que viven, esos que mandan a matar, saquear, imponer. Tampoco eligen a los gobiernos títeres en sus países de origen. Ellos solo eligen lo que les conviene a ellos mismos, y si por acaso el país del primer mundo en el que eligieron vivir atraviesa una crisis económica, pues se mudan a otro donde las cosas estén mejor y dale que va.

¡Este tipo de inmigración merece mi más sincero desprecio!






martes, marzo 15

Un Día para la Mujer


Darle un Día a La Mujer, como una dádiva, forma parte ineludible del machismo. El machismo no es un problema de Hombres contra Mujeres, es un problema social, profundo, de hombres y mujeres contra si mismos. En una sociedad machista, como la nuestra, como casi todas, las mujeres pierden y los hombres también. Salvo el extremismo feminista todos pueden darse cuenta que al machismo lo sostienen esencialmente las mujeres, sin su silencioso apoyo no hubiese sobrevivido tanto tiempo. La mayoría de las mujeres educadas en una sociedad machista, repite esa enseñanza. La mujer debe rebelarse contra el hombre, pero fundamentalmente contra el resto de las mujeres, las que se asumen menos, las que no se rebelan. Los hombres deberían rebelarse contra los propios hombres, contra todo esquema, el hombre que no se rebela está practicamente muerto. El machismo es un desequilibrio, no voy a hablar de igualdad, hombres y mujeres no son iguales, no es igualdad lo que necesitamos en este caso , es equilibrio, armonía. El desequilibrio absurdo de tratar a la mujer como un ser inferior dentro de la raza humana, al hombre le ha hecho muchísimo daño. La mujer y el hombre tienen energías complementarias, como el Yin y el Yan, separados son poco, unidos son todo. La misteriosa inteligencia de la naturaleza creó seres de sexos diferentes, de características diferentes, para que enfrentando esa diferencia, y aceptando lo complementario de sus esencias, los seres humanos evolucionemos, como lo indica el camino universal de la existencia misma. Sino fuese así, seríamos un ser hermafrodita, como los son algunas especies en la tierra, o como lo son algunos humanos que niegan su naturaleza apoyados en la ciencia.
El hombre sin la mujer se desequilibra, su sexualidad es lo primero que se enferma, pero no es lo único. Al final la sexual es una energía más, natural, poderosa, negarla da como resultado deformaciones y perversiones abominables, muy comunes en los sacerdotes de las órdenes cristianas condenados al celibato.
El hombre sin la mujer se aleja de la esencia de la vida, de la espiritualidad, de la magia. El hombre lejos de la mujer se torna demasiado práctico, elemental, bruto, se reduce a su mente, se oscurece, se envilece.
Hombres envilecidos, oscuros, sin magia ni espiritualidad, alejados de la esencia de la vida, han conducido a la humanidad hasta este abismo en el que nos encontramos hoy. 
El error de la igualdad, como solución del machismo, nos ha llevado a que las mujeres que alcanzan status de hombres, se parezcan a ellos. Actúan como hombres, niegan o esconden su esencia, se asemejan a lo peor de nosotros, pierden lo mejor de si mismas.
Para derrotar al machismo, como una enfermedad social que nos corrompe, nos desarmoniza, nos desequilibra, no hay que buscar que las mujeres sean iguales a los hombres, hay que reconocerlas como son, valorar lo que son, hay que aprender del desafío de la diferencia, hay que aprender a amar. Amar lo diferente.
El amor a lo diferente es revolucionario, por eso no lo enseñan en las escuelas ni en las universidades, ni mucho menos en las religiones. Amar a un ser completamente diferente, complementario, es un desafío del que solo puede nacer la evolución humana.
No nos enseñan a amarnos, nos enseñan a poseernos. No es amor esto que creemos tener, es deseo. Pero ya sabemos la estructura del deseo, lo querés y cuando lo tenés no lo querés más, o querés otra cosa. El amor como lo conocemos solo nos trae sufrimiento y frustración, y así como el machismo, conforman los pilares esenciales de esta sociedad profundamente enferma. 
Debemos rebelarnos, deseducarnos, dejar de caminar hacia el abismo. La mujer no necesita un día, necesita libertad, hombres y mujeres se necesitan, se complementan, se equilibran. Solo tenemos que aprender a amarnos: "Donde hay amor sobran las leyes". 



Pablo Candi
Marzo 8, dos mil 11.