lunes, septiembre 24

Maraparecedesaparece



Otra vez la enfermedad postra en la cama a la pequeña Mara y sus deseos de volar como un pájaro, como un barrilete, como una bolsa de nylon, como una hoja de otoño, como un bicho borracho de polen, como una flor de diente de león, basta.
Mara recorre con su mirada su habitación, quiere ver si todo es lo que es o si es además otra cosa, y que cosa, y si hay algo más que cosas. Descubre claro, el vacío. Entre ella y las cosas, la nada, el aire. La invisibilidad del aire, lo tanto que se parece a la nada siendo algo. Mara se maravilla, pero cansa maravillarse, y tose, y la tos le raspa por dentro como garras de animal enfermo. Mara siente a su madre que sube las escaleras con su almuerzo, su inaceptable y desabrido almuerzo, que ni siquiera olor tiene. Entonces la niña hace fuerza y le desaparece una mano, hace más fuerza y le desaparecen los pies. Fuuuuuuu… suelta el aire, se prepara, sentadita en la cama, cierra los ojos, aspira suave y largamente, se llena de ese aire que parece nada, y se le parece, hace toda la fuerza que puede, y desaparece.
La madre entra al cuarto con la bandeja, mira desconcertada para todos lados.

-. ¿Mara? Maritaaaaa .-
Cierra la puerta del evidente cuarto vacío y sale llamando a su hija.
-. ¡Maritaaaaaa! .-
En la casa todos empiezan a buscarla. Se escucha que gritan su nombre, que abren y cierran puertas, que dicen “¡Ay esta nena!”, que bajan al sótano, que hasta salen a buscarla afuera.
Mara suelta el aire tapándose la boca para que no escuchen su tos.
Aparece.
Aspira como ahogado que saca la cabeza fuera del agua.

Sonríe.





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Música: Fourtet - Twenty Three.

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