martes, marzo 15

Un Día para la Mujer


Darle un Día a La Mujer, como una dádiva, forma parte ineludible del machismo. El machismo no es un problema de Hombres contra Mujeres, es un problema social, profundo, de hombres y mujeres contra si mismos. En una sociedad machista, como la nuestra, como casi todas, las mujeres pierden y los hombres también. Salvo el extremismo feminista todos pueden darse cuenta que al machismo lo sostienen esencialmente las mujeres, sin su silencioso apoyo no hubiese sobrevivido tanto tiempo. La mayoría de las mujeres educadas en una sociedad machista, repite esa enseñanza. La mujer debe rebelarse contra el hombre, pero fundamentalmente contra el resto de las mujeres, las que se asumen menos, las que no se rebelan. Los hombres deberían rebelarse contra los propios hombres, contra todo esquema, el hombre que no se rebela está practicamente muerto. El machismo es un desequilibrio, no voy a hablar de igualdad, hombres y mujeres no son iguales, no es igualdad lo que necesitamos en este caso , es equilibrio, armonía. El desequilibrio absurdo de tratar a la mujer como un ser inferior dentro de la raza humana, al hombre le ha hecho muchísimo daño. La mujer y el hombre tienen energías complementarias, como el Yin y el Yan, separados son poco, unidos son todo. La misteriosa inteligencia de la naturaleza creó seres de sexos diferentes, de características diferentes, para que enfrentando esa diferencia, y aceptando lo complementario de sus esencias, los seres humanos evolucionemos, como lo indica el camino universal de la existencia misma. Sino fuese así, seríamos un ser hermafrodita, como los son algunas especies en la tierra, o como lo son algunos humanos que niegan su naturaleza apoyados en la ciencia.
El hombre sin la mujer se desequilibra, su sexualidad es lo primero que se enferma, pero no es lo único. Al final la sexual es una energía más, natural, poderosa, negarla da como resultado deformaciones y perversiones abominables, muy comunes en los sacerdotes de las órdenes cristianas condenados al celibato.
El hombre sin la mujer se aleja de la esencia de la vida, de la espiritualidad, de la magia. El hombre lejos de la mujer se torna demasiado práctico, elemental, bruto, se reduce a su mente, se oscurece, se envilece.
Hombres envilecidos, oscuros, sin magia ni espiritualidad, alejados de la esencia de la vida, han conducido a la humanidad hasta este abismo en el que nos encontramos hoy. 
El error de la igualdad, como solución del machismo, nos ha llevado a que las mujeres que alcanzan status de hombres, se parezcan a ellos. Actúan como hombres, niegan o esconden su esencia, se asemejan a lo peor de nosotros, pierden lo mejor de si mismas.
Para derrotar al machismo, como una enfermedad social que nos corrompe, nos desarmoniza, nos desequilibra, no hay que buscar que las mujeres sean iguales a los hombres, hay que reconocerlas como son, valorar lo que son, hay que aprender del desafío de la diferencia, hay que aprender a amar. Amar lo diferente.
El amor a lo diferente es revolucionario, por eso no lo enseñan en las escuelas ni en las universidades, ni mucho menos en las religiones. Amar a un ser completamente diferente, complementario, es un desafío del que solo puede nacer la evolución humana.
No nos enseñan a amarnos, nos enseñan a poseernos. No es amor esto que creemos tener, es deseo. Pero ya sabemos la estructura del deseo, lo querés y cuando lo tenés no lo querés más, o querés otra cosa. El amor como lo conocemos solo nos trae sufrimiento y frustración, y así como el machismo, conforman los pilares esenciales de esta sociedad profundamente enferma. 
Debemos rebelarnos, deseducarnos, dejar de caminar hacia el abismo. La mujer no necesita un día, necesita libertad, hombres y mujeres se necesitan, se complementan, se equilibran. Solo tenemos que aprender a amarnos: "Donde hay amor sobran las leyes". 



Pablo Candi
Marzo 8, dos mil 11.

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