jueves, febrero 21

Caída

No, nadie me vence en un mano a mano, son años de barrio, años de cagarse bien a trompadas en la calle, en la cancha, se aprende, es inevitable, de cada caída. Tratá de tirarme al piso ¿Ves? No podés, el arte de aprender a mover los pies, cambiar siempre el punto de apoyo, la pierna que sostiene el peso del cuerpo se alterna, vas dando pasos así ¿Ves? Mientras me mantenga parado es difícil ganarme, las piñas que tirás son fáciles de prever, es solo moverte un poco a la izquierda y para atrás y después que tu piña pasó derecha y sin encontrar oposición, tu cuerpo desbalanceado pierde el equilibrio y entonces es solo dar el primer toque, de derecha sobre el cuello, no demasiado fuerte porque ese golpe puede matar, solo un toque en la nuez de adán, la respiración se te corta de golpe, y el susto te invade, no podés respirar, te inmoviliza... y en ese momento el miedo te hace gastar el poco aire que te queda en los pulmones para tratar de acertar algún otro golpe, sin fuerza, sin dirección, lo bloqueo con los brazos abiertos, y doy el segundo golpe, este sí un poco más fuerte, sobre el plexo, justo donde las costillas se abren, eso te ahoga completamente y el dolor te hace cerrarte entero, ponerte colorado, asfixiarte, son 5 o 6 segundos de completa oscuridad, total parálisis, doblado sobre tus rodillas, indefenso ahí, recibís el tercer y ultimo golpe, con toda la fuerza y de derecha, hago un círculo con el brazo, y pego de arriba hacia abajo en la mandíbula, justo debajo de la oreja. Listo, muñeco al piso, no importa el tamaño del muñeco o en todo caso, como siempre dicen en el barrio, cuanto más grande más fácil cae. Pum, es lindo verte caer, como en cámara lenta, las rodillas ceden, el cuerpo se va para un lado, sin reflejos la cabeza golpea contra el suelo, los brazos muertos al lado del cuerpo ¿Dónde vas? ¿Dónde quedó ahora toda tu bravuconeada inútil, tus insultos vulgares, tu bruta estupidez? Duerme en el asfalto.

Pero ella viene y me dice que no, cualquier no, a cualquier cosa, no importa, un no, del tipo que sea, y eso basta para voltearme, ahí no importa como equilibrar el cuerpo, todo se derrumba, la cabeza se incendia, los pensamientos enloquecen en una búsqueda irracional de razones, de nada sirve el barrio, se queda mudo y otoñese, es en vano golpear, manotazos ahogados contra uno mismo. Herido, hasta el león se hace frágil y sus pasos borrachos equivocan las distancias, caigo…y ésta es la única caída de la cual nunca aprendo.

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Música: Murs & 9th Wonder – Murs Day.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...eso es cierto, nunca aprendés! Marche la próxima tilinga!


Lalu