jueves, febrero 1

Malvoncito


Él tomó el malvoncito del jardín dónde pronto las escavadoras destruirían todo para hacer los cimientos de un nuevo edificio en la ciudad avasallante. Lo llevó a su casa, lo transplantó a una maceta improvisada y lo ubicó cerca de la luz. Entonces le habló en voz baja, con esa suavidad con la que se le habla a las plantas y a las mujeres que se ama.
Te alimentarás de la distancia que nos separa, le dijo, y de su alegría flores y de su tristeza hojas, crecerás de su pensamiento en mí, y de mi pensamiento en ella crecerás más todavía, vivirás porque sos la prueba de que la poderosa unión del tiempo y la distancia no vencen al amor .-

Y así, ellos siguieron sus vidas, separados por el largo camino y otras cosas que separan. Pasó el tiempo, la distancia permaneció inalterable. Ellos se pensaban, el malvoncito crecía, y se querían, el malvoncito se estiraba hacia la luz, estaban tristes y era primavera, estaban alegres y otoñaba, y hubo que transplantarlo a una maceta más grande, el malvoncito y sus muchas hojas verdes de nostalgia, vivía.

Un día él abrió la puerta y ella estaba ahí, y sonreía y los colores se apagaban, se abrazaron en blanco y negro y fueron casi una foto, un beso, todo lo eterno, el malvoncito se fue secando de hermosa muerte mientras ellos se confundían los cuerpos y nacían una cercanía llena de frutos.

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Música: Telepopmusik – Close

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...gracias! cuando sos hermoso, nadie es más hermoso, lástima la viceversa...

Anónimo dijo...

hoy... que estuvo lluvioso todo el día, encontré una hermosa hojita otoño en la calle y la levanté, miré alrededor y no encontré ningún árbol seco, ningún árbol con esas hojas... más tarde apareció una flor, le levanté, repetí la acción, busqué la fuente, el origen de la flor, y sólo veía miles de árboles verdes. No había flores, ni hojas secas.

Yol dijo...

En mí también hay una distancia. Y él me dijo: no le abras la puerta, no la oigas, no la mires. Si tú quieres, la distancia no existe porque yo puedo tocarte. Y así es.
Ya he renacido, por cierto! Qué buen gusto, no fue fácil abrirse paso por las sínfisis oscuras y las incertezas, pero que lindo camino me queda creciendo de nuevo.

Pau, que bueno también tu blog.

En Córdoba conocí un antro, que me encantó, se llamaba "Un lugar", hacia esquina en las afueras de la ciudad y tenía una campanita en la puerta para pedir entrar. ¿Conoces?

Un abrazo.

Pau Candi dijo...

...lo conozco claro, solía ir en una época, cuando yo era así, desordenado montón de recuerdos y cosas viejas, desparpajo libertad y si total, que? después fuí cambiando y ya no me encuentro, aunque todo vuelve y hace unos días retrocedí muchos años y volví a encontrarme solo tomando un buen vino y comiendo empanadas en una plaza con fuente sin agua y pajaros dormidos en el monumento a algún general.