miércoles, mayo 3

80 Días en un Mundo dado Vuelta

*este es el tercer capitulo, lea los anteriores abajo a continuación...


80 Días en un Mundo dado Vuelta

por Pau Candi

Capitulo III: Nosotros

Pará, sentate en esa plaza, pará de correr... un minuto, sol de invierno en la cara, calentando un poco, solo un poco, poquito menos que lo necesario, como para que sea un placer. Sol de invierno, Plaza Italia, me llama el tano, las coincidencias sonríen, se burlan:
-. Tanooo, que hacés chabón? .-
-. Hola Pablo, sono Stefano, tocás en algún lugar hoy, alguna fiesta? .-
En el Cineclub Municipal unas amigas hacían los viernes unas muestras de audiovisuales relacionadas con la música. Después de las sesiones tocaba algún Dj y había un barra Gancia y la gente se quedaba ahí como previa a una salida o hasta tarde. Me llamaron para que hiciera un set y bueno, los invité ahí... pero no esperaba que fueran. Uno invita todo el tiempo gente a todos lados, rara vez alguien va, esto no debería ser normal pero se acostumbra...
Además dos de mis amigos, que se cuentan con los dedos de la mano, digamos, el índice y el pulgar, estaban también, y unas chicas de la radio completaban un público ejemplar.
Entre tema y tema me acercaba a mis amigos y charlaba y les conseguía gancias, en un momento veo tres chicas sentadas en un sillón, de los que están en el café, y una de ellas saluda con la mano. No la reconozco, en realidad como dice mi viejo: “no veo una vaca adentro de un baño”. Tengo astigmatismo, no hago foco de lejos, entonces pensé: mejor no saludo no vaya a ser que no sea para mi y quede como un boludo. Pero pasé cerca después de comprar una cerveza y vi que eran ellas, las italianas! Nicoletta, la simpática que siempre iba al programa de radio, una que no conocía con cara de soy vieja, me aburro, me quiero ir, y “LA TANA”, la de ojitos brillantes sí, que estaba ahí con una sonrisa recién comprada, con una alegría como nueva, como si hasta ese momento nunca hubiese estado alegre, como sonriendo por primera vez... ya sé que era impresión mía, todo lo es! pero su alegría nueva era mágica, y no dejaba de ser por mí, por verme a mí... me contagiaba, debía brillar yo, debía estar sonriendo como bobo, como bobo alegre porque generalmente yo era bobo triste. Las invité a Corro 86, una casa donde unos pibes organizaban siempre fiestas, la música era buena, la cerveza barata... ella miró a las amigas que ponían su peor cara de no no no, nos queremos ir a dormir un año, pero no le importó y se apuró a decir:
-. ¡Bueno, sí vamos! .-
No fueron estas sus palabras exactas, su palabras eran siempre otras, querían decir una cosa diciendo otra, estaban a veces equivocadas o desordenadas o en un español mezcla con gallego e italiano, era lindo escucharla hablar, era lindo “no siempre lo mismo”, eran exactas sus palabras porque yo las entendía y las sentía adentro, aunque mi mente se quedase en la estúpida trampa de corregir sus errores de español... como si algo en la historia del nacimiento de España y su idioma no hubiese sido un error.
Al final estábamos todos ahí, caminando por la plaza de la Intendencia, rumbo a Corro, ella seguía son su alegría recién nacida y algunos iban desertando... sus amigas se pararon en un momento y se fueron, antes la Nico me miró seria como una madre y me dijo:
-. ¡Cuídala, acompáñala hasta casa! .-
-. já, claro .- dije yo o algo así... adentro de la casa se estaba bien, poca luz, poca gente, ningún decorado, electrónica buena, de esa sin cartel... bailamos un poco, hablamos gritando al oído, después el tiempo se apuró, todos se fueron y nosotros nos quedamos ahí, mirando al otro como quien trata de verlo a través. Era linda para mí, se preocupaba en explicar las cosas que yo le preguntaba cuando en realidad yo se las preguntaba solo para que se preocupe en explicarlas... me quedaba callado a ver que decía y no decía nada, se quedaba callada y me miraba, como quien mira por primera vez a alguien... Vamos a jugar a un juego le dije, y ella volvía a su alegría nueva y daba unos saltitos, refloté mi juego de los tres deseos, un juego que inventé hace muchos años para llegar a alguien de quien después me costaría la vida salir... salimos, caminamos lentamente. El juego es pedirle tres deseos al otro, que no sean ni muy tontos ni imposibles. No me acuerdo que pidió ella pero era fácil, yo pedí un beso y ella ya se lo esperaba, dijo bueno, dijo después... llegamos a su casa. El beso, como no podía ser de otra manera, fue como el primer beso, sus labios estaban tibios, apenas los movió, fue suave, sigue siendo. Cada vez que paso por la entrada de ese edificio en la 27, me veo ahí, besando a esa tanita de mirada brillante y alegría nueva, recuerdo que dijo:
-. bueno, debo irme... .- sacó sus manitos de los bolsillos, se acerco cerrando los ojos...
Después un café, la ciudad que no entiende esas cosas y no sabe acompañar, uno se queda estático, sin saber a donde ir, cual es su lugar, quien es su casa... se queda parado, no sabe si es bueno o malo, sabe que es un comienzo, algo adentro late, siempre latió pero uno ahora lo siente... todo parece idiota y sin sentido, irse a dormir, trabajar mañana, hacer las cosas que hay que hacer...



Música: Zoot Woman - It's Automatic

1 comentario:

Unknown dijo...

Ahhh te gustó Zoot Woman.
Linda tu historia romántica...
Mi problema es que me enamoro más de la historia que me armo yo que la de que realmente existe.
Entonces imagino a mi príncipe azul, que en realidad no es más que un plebeyo marrón, y pumba!! me doy la cabeza contra la pared. Nunca me canso de desilusionarme