viernes, agosto 10

La Otra Elisa

Capitulo IX:



Comenzaba mi guerra contra el tiempo, perdía claro pero seguiría luchando, no podría unirme a él, el tiempo transforma las cosas que uno más ama
en cosas.
El tiempo nunca estará de mi lado, me reconoce su contrario, tal vez el tiempo sea instrumento de Dioses, nunca se sabe cuán grande es el enemigo, tal vez los dioses sean instrumentos del Tiempo.
El tiempo comenzó a transformar a Elisa en papel, en sus cartas que no llegaban, en sus palabras que no alcanzaban, en mi recuerdo de ella... todas alucinaciones, todos adornos... la Elisa real no existía desde el momento en que no era parte de mi realidad, y en el medio yo, luchando contra el Tiempo y su aliada la Distancia, mi Siempre-Amor sobreviviendo a su Nunca-Presencia...
Y mi realidad se vestía de ausencia, de su ausencia que provocaba mi ausencia. Y ausente yo, daba un paso y el otro desaparecía. Lejos de vivir, me abandonaba a la vida.
Iba perdiendo, brillo, visión, consistencia, era un chico de piel gris, de ojos ciegos, era un guerrero muerto que equivoca el camino y se queda en la vida que lo mató...
Iba perdiendo. Perdía mi sentido de adaptación, que me camuflaba de igual, y descubierto, comenzaba a ser tratado como se trata a los diferentes. Perdía lucidez, mi mente estaba velada por una espesa niebla, era un país donde se hablaba la lengua de un solo nombre, Elisa. Y fuera de ese país, yo, era extranjero de todo y de todos. Perdía. Perdía el habla, que siempre fue el arma antes de las armas, la primera defensa, el campo donde mejor me movía. Y el silencio es de barro, de barro y lluvia, de arena y viento, es defensa de brazos caídos, el silencio es arma de doble filo. Perdía amigos, ¿O acaso se gana amigos en la ausencia, en la niebla, en el silencio?... perdía amigos, y perder amigos es ganar enemigos. Pequeños enemigos, dispersos, ignorantes, miedosos, volubles, compañeros de escuela, desesperados por encontrar al débil, para no ser encontrados en su debilidad. A esa edad se precisan certezas, confirmar el mundo, la realidad, se precisa entender a esa edad... y se comienza a atacar lo que no se entiende, se comienza y no se termina, porque cada vez se entiende menos, se ataca más, se equivoca de guerra, porque toda guerra es un error.
Luchando contra el Tiempo y la Distancia, mi Amor también tenía aliados, la Esperanza, que nunca muere, que siempre busca otros caminos, me mostraba que en una guerra solo la derrota es posible, la guerra es un error, la guerra es un camino sin salida, y la salida era inventar otros caminos. Porque para el Amor y la Esperanza, no hay imposibles, ellos inventan lo que no existe. No debía luchar contra el Tiempo y la Distancia, debía ignorar al Tiempo y atravesar la Distancia...
Y mi realidad se vestía de presencia, de su presencia en mi memoria que provocaba mi presencia en su memoria. Y presente yo, daba un paso y otro paso... y otro más. Lejos de morir, honrar la vida.

Comenzaba así mi recuperación, mi sonrisa, la seguridad de los nobles, la fuerza que Dios les da a los que aman, el amor que a Dios le da fuerzas...
Iba ganando ahora, brillo, visión, consistencia, era un chico de piel azul, de ojos profundos, era un guerrero muerto que acierta el camino y se niega a la muerte, inventa otra vida y la puebla de paz...
Iba ganando. Ganaba mi sentido de adaptación, que me camuflaba de igual, y cubierto, comenzaba a tratar a los diferentes como iguales, a los iguales diferente. Ganaba lucidez, mi mente estaba iluminada por un sol de fuego blanco, era un país donde se hablaba en todas las lenguas lo mismo, volver a ver a Elisa. Y fuera de ese país, yo, era siempre regreso. Ganaba. Ganaba el habla, que siempre fue el recurso antes de las armas, para que no haga falta defensa, el campo donde florecía. Y el silencio de barro y lluvia, de arena y viento, levanta los brazos, el silencio espera la palabra precisa. Ganaba amigos, ¿O acaso no se gana amigos en la presencia, en la tibieza, en la palabra precisa?... ganaba amigos, y ganar amigos es perder enemigos. Pequeños amigos, dispersos, rebeldes, idealistas, valientes, compañeros, desesperados por encontrarse, para no dejar todo al destino. A esa edad se precisa deshacer certezas, inventar un mundo, otra realidad, se precisa sentir a esa edad... y se comienza a defender lo que se siente, se comienza y no se termina, porque cada vez se siente más, y más profundo, se acierta el camino, porque todo amor es un acierto.



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Música: Joe Cocker - Woman to Woman.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...toda guerra es un error, todo amor es un acierto... ¿tabas hippie?

ay, perdón, me pone mala saber que es de verdad tu corazón hermoso y nunca para mí.