miércoles, agosto 1

La Otra Elisa

Capitulo IV:

Era chico y ya sentía un amor grande, recorrible, inabarcable, oceánico. Tiempo después conocería personas que nunca habían amado, conocería personas que solo amaron fantasmas, conocería personas que no se amaban a sí mismas... conocería personas que cuando el amor comenzaba a nacer en ellas, se asustaban tanto, que luchaban contra ese amor, contra ese nacimiento, lo mataban y morían con él... yo conocería tiempo después a estas personas y abriría grandes los ojos y la comprensión, para tratar de entender lo que no se entiende. Ojos gigantes tratando de alcanzar el infinito, me decían “el asombrado” cuando niño, y yo creía que un día podría dejar de serlo.
Tiempo después descubriría que el amor es un canto a la vida, a nuestra propia vida y que amar es un privilegio, un don, un camino... que el amor no es del otro, que ni siquiera es del todo por el otro. Amar es más abarcador, es un abrazo universal, es lo único que entra en la palabra Dios, lo único que la rellena.
Amaba mucho yo, amaba demasiado, mi amor era gigante, fuerte, eterno... frágil también, frágil también... pero igual fuerza extra para cada día, más color, más brillo, más poesía, una energía plus, una vida encima de la vida, todo lo sentía el doble... no sé si es mejor o peor, en todo caso analizarlo desde ese punto de vista sería al menos intrascendente, analizarlo sería. Grandes amores traen grandes sufrimientos, yo no lo sabía, era chico.
Caminábamos de la mano, Elisa y yo, las manos hablaban y nosotros fingíamos no oírlas, pero no osábamos callarlas... una cosquilla, dos temblores, esa tibieza, el lenguaje de las manos era así, sin traducciones, todo sensaciones. Hacían el amor nuestras manos, y hacer el amor significa hacerlo. Se me cerraban los ojos, la mente, los sentidos, se me dormían los dedos, los pies, la boca... me perdía del camino, no reconocía la ciudad, sus casas, sus personas, sus de nuevo... ahora ella se para en la esquina, esperamos que pasen los autos para cruzar la calle, pero no hay autos, y nos quedamos ahí, esperando... y el tiempo, ja ja ja, el tiem-po... t i e m p o... ¡uf!
Elisa gira levemente su carita de luz de sol y me mira, y sus ojos son el fuego el mar todo lo eterno, y a través de ellos el universo me mira...
-. ¿Y si vamos caminando hasta la playa? .-
-. ...eeehh... sí, podemos .-
-. ¡Son como ocho kilómetros! ¿Te animás? .-
-. ¡Yo me animo a todo! .-
Su sonrisa un día se extenderá a alguna sonrisa conocida y cercana, solo así, no puedo explicarla, no puedo...
-. ¿Pablo vos me querés? .-
No hay distancia, todo es hoy, hasta mañana. Ahora ella estaba seria, su mirada grave. Mi sonrisa nerviosa, mis dientes mordiéndose a sí mismos. Las manos se soltaron.
-. Sí... yo te quiero, y... ¿Y vos? .-
-. ¿"Te quiero"... cómo? ¿Como a quién? "Te quiero", "te quiero"... ¡Tan fácil! ¿"Te quiero" qué? ¿Hasta dónde me querés? .-
-. eh... te quiero mucho... no sé, hasta la luna... .-
-. ... .-
-. ¿Y vos? .-
-. ...hasta la luna, eh? .-
-. ¿Y vos? ¿Me querés? .-
-. no .-
-. ¿No? .-
-. No... ¡Yo te amo! .-
-. ¡! ... .-
-. ¡Hay Pablo, vos no entendés nada! .-

Era lindo ese fastidio de ella, eran lindos sus movimientos bruscos, su seño fruncido, su carita de mujer que sabe lo que quiere... era lindo su amor ostentando ser más grande que el mío, era lindo saber, tener la afirmación de las palabras, era lindo sentir las palabras como besos, era lindo ese nudo en la boca del estómago... y además era cierto: Yo siempre sentí todo... y nunca entendí nada.
.
.
.
.
Música: Delibes - Dúo de las flores (Lakmé).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...me le parezco a Elisa, me le parezco. Imagino que todas las mujeres nos parecemos un poco a Elisa en esos momentos. No es triste, mucho menos alegre. No es malo, mucho menos es bueno... me dan una cosa rara estos textos, esta historia, una cosa rara que no se como explicar ni tengo ganas, las cosas raras que se sienten son así, no se tienen ganas de explicarlas...

Anónimo dijo...

Cómo hacer una
la ola agitada de dos orillas?
Siendo dos la soledad
ser contenida
y Míos los salados mares
Míos los soles sin lluvias
Míos los anclajes errados
Míos los desamores
Míos los páramos
Míos por olvidados
Llevados hasta una orilla
La ola viene y al irse
tu voz que se hace cosquilla
Las aguas dulces los ríos
Río y ríeme a mí que solo yo sé
que sí que no
Que caiga el chaparrón
Que aguacero
Que los que no corran correrán
Que desprenda las raíces
que descubra los cuerpos
Que tanto olor a descompuesto
Que me haga vómito
Que floten las almas
Que sean carnada de gaviotas
Que chillen
Que no estoy muerto
Que sí
Tal vez lo esté
Pero te escucho
Que Te he escuchado
Me escuchas?
Que te hablo
Que tal vez esté vivo
Que sí
Que tal vez lo esté
Que los niños juegan con mis huesos!
Que yo quiero jugar con ellos!